miércoles, 11 de abril de 2018

¿Puede la atención a los más capaces seguir esperando?

Escribe Javier Tourón

Preguntas sobre la alta capacidad
El pasado sábado estuve en Lérida compartiendo ideas con un nutrido grupo de profesionales y padres convocados por FANJAC. Una gran experiencia y un placer auténtico ver cómo las asociaciones de padres toman la iniciativa en un tema que les interesa más que a nadie. Desde luego más que a la Administración que suele responder a estas necesidades, en el mejor de los casos, tímidamente. En muchos otros ni eso. Basta ver las cifras de alumnos identificados. Tampoco se quedan atrás los centros educativos que miran hacia otro lado, como si los niños más capaces no estuviesen en su aulas...
Con motivo de esta conferencia se publicó una entrevista, reducida, que aquí reproduzco en su integridad, por si pudiera ser de vuestro interés. Preguntas y respuestas que te pueden servir para argumentar cuando sea necesario. Lo que digo, como siempre procuro, está basado en evidencias
¿Cómo se determina que un niño es de alta capacidad? ¿Qué rasgos principales hay que tener en cuenta?
La identificación es un proceso técnico que debe ser llevado a cabo por especialistas que, con instrumentos adecuados y adaptados a nuestro contexto cultural y social, deben determinar el grado de excepcionalidad que un niño presenta en uno o más rasgos aptitudinales, artísticos, de creatividad en algún campo, etc. Esto significa que la capacidad no abarca a todas las posibles habilidades, sino que suele darse en unos rasgos y no en otros. En España es preciso hacer un esfuerzo serio por desarrollar más y mejores instrumentos para el diagnóstico.
Determinar, por tanto, que una persona es de alta capacidad en un ámbito dado significa establecer cual es su posición respecto a otras personas de su edad y otros rasgos en los que deban ser comparados. Esto quiere decir que la alta capacidad no es una cuestión de ser o no ser, sino del grado de competencia que se posea. Competencia que ha de verse como capacidad potencial y, por tanto, necesitada de desarrollo y esfuerzo para que se plasme en alguna actividad productiva de tan alto nivel como la capacidad personal permita.
Son muchos los rasgos que podrían citarse. Señalaré sólo algunos, pero advirtiendo que la presencia de uno o más rasgos de los que voy a indicar son pistas, pero no determinantes necesarios de la alta capacidad.
En cuanto a la adquisición del conocimiento
  • Poseen un conocimiento más amplio y profundo que el resto de los alumnos aún en el caso de tener las mismas oportunidades de aprendizaje.
  • Adquieren los conocimientos de una forma más rápida y eficaz, almacenando la información en la memoria. Esto les permite dominar nuevas estrategias con una velocidad inusual.
  • Suelen ser lectores precoces y pueden tener claras preferencias hacia las lecturas o el cine.
  • Suelen poseer una gran memoria.
  • Son capaces de generalizar los conceptos aprendidos a otros campos.
En cuanto a las habilidades metacognitivas
  • Son capaces de mostrar un amplio nivel de planificación y de emplear estrategias metacognitivas a una edad muy temprana.
  • Son capaces de seleccionar la información que les será útil para definir un problema y de localizar o diseñar las estrategias necesarias para resolverlo.
  • Son capaces de determinar criterios con los que evaluar sus propios rendimientos.
  • Generalmente son más reflexivos y menos impulsivos en sus pensamientos y actuaciones.
Respecto a su actitud hacia el aprendizaje
  • Muestran una gran curiosidad ante una tarea que les suponga un reto.
  • Aburrimiento y desinterés ante tareas simples, repetitivas o con poca dificultad.
  • Persisten en la tarea hasta que son capaces de llegar al final.
Lenguaje y recursos lingüísticos
  • Generalmente comienzan a hablar antes de lo habitual, utilizando vocabulario más complejo y oraciones bien construidas.
  • Puesto que su comprensión del lenguaje es también muy elevada, son capaces de entender desde temprana edad conversaciones de adultos, lo que les permite a su vez ampliar sus propios conocimientos.
  • Otros signos de un lenguaje avanzado son el uso de metáforas y analogías, la elaboración de historias o canciones espontáneamente, la modificación de su propio lenguaje a la hora de utilizarlo con niños más pequeños, etc.
  • También se relaciona con el lenguaje su capacidad para captar la ironía y el sentido del humor, aunque en ocasiones su propio humor no es comprendido por los demás.
Creatividad
  • Desde muy pequeños poseen una gran imaginación y fantasía
  • Sus pensamientos e ideas son flexibles y son capaces de aportar nuevas soluciones a los problemas
Habilidades sociales
  • Generalmente son más sensibles a las necesidades y sentimientos de otras personas. Pueden identificar cuál es la situación emocional de las personas, y deducir cuál puede ser la causa de sus conductas.
  • Suelen aprender antes de lo habitual a jugar con juegos que poseen reglas e incluso pueden incorporar espontáneamente dentro del juego algún aspecto académico o literario
  • Generalmente muestran capacidad de liderazgo, que suele presentarse en ciertos aspectos como la aceptación de responsabilidades, la preferencia por dirigir el grupo, la capacidad de comunicación, adaptabilidad, flexibilidad, etc.
  • Suelen poseer un desarrollado sentido moral y de la justicia.
 Características emocionales
  • Generalmente desarrollan antes el autoconcepto, lo cual acelera el reconocimiento de que son “distintos” de los demás.
  • Generalmente su alta persistencia en la tarea les hace ser perfeccionistas, fijándose metas muy altas en su propio rendimiento, incluso más altas de las propuestas por los padres o los profesores
¿Qué ventajas e inconvenientes trae tener una alta capacidad?
Las personas de más capacidad son el mayor capital social de un país. En ellos estarán los grandes descubrimientos, los científicos, los pensadores, filósofos, artistas, etc. Así visto, la alta capacidad no es un inconveniente, pero requiere atención. Se convierte en un problema educativo cuando las personas se ven obligadas a seguir unas pautas educativas que no se adaptan a ellos, porque están pensadas para el alumno medio, ese que no existe en ninguna parte.
¿Cómo se puede educar a un niño de alta capacidad sin apartarle del entorno escolar, de sus amigos "normales"?
Existen docenas de estrategias que pueden desarrollarse en la escuela, pero es necesario flexibilizarla. No es preciso “segregar” (como algunos se empeñan en señalar) a los alumnos de alta capacidad, sería un error, porque se convertirían en un gheto. Se trata de ofrecerles programas complementarios a los que reciben los alumnos regulares. Permítame un ejemplo. Supongamos un niño de 8 años que cursa tercero de primaria pero que por su capacidad y las ayudas que haya podido recibir y, desde luego por su esfuerzo, domina las Matemáticas de tercero y las de cuarto, ¿le obligaremos a seguir el ritmo de sus colegas? Es evidente que quizá pueda organizarse un curso especial para él o ella y otros niños de similares características. Quizá se les pueda ofrecer un programa de matemáticas enriquecido... Agrupamientos flexibles, aceleración, enriquecimiento, son muchas las posibilidades. Lo que hay que preguntarse es si la escuela está dispuesta a asumir el reto. Nos va mucho en ello, porque muchos talentos al no atenderse de modo especial se pierden.
Hay quien confunde la promoción de la alta capacidad con el elitismo. ¿Qué se puede decir ante esto?
Toda educación que se precie de serlo debe tener como fin último la búsqueda de la excelencia, que persigue que cada persona pueda desarrollarse al máximo en todos los ámbitos de la vida. Ofrecer a los alumnos más capaces la oportunidad de alcanzar el nivel al que pueden llegar, mediante la forma que a ellos más les conviene, no es crear elitismo, es dar a cada uno lo que le corresponde, porque igual de injusto es el trato desigual de los iguales, que el trato igual de los desiguales.
No conviene confundir elitismo con excelencia. Lo que ocurre es que en muchos ambientes la promoción de la excelencia no está de moda. Se percibe, en ocasiones, una atmósfera un tanto colectivista que pretende la promoción del igualitarismo, evitando a toda costa que los más capaces puedan destacar sobre el resto, lo cual es profundamente injusto.
El elitismo tendría un sentido negativo, a mi juicio, si se entiende que sólo algunas personas “socialmente favorecidas” tendrán oportunidades adecuadas para su educación, mientras otras, con condiciones intelectuales, o de otro tipo, para acceder a una educación de alto nivel, les fuera vetado el paso, por razones ajenas a su propia competencia, para la ayuda que pretenden. Así, el elitismo sería una actitud arbitraria establecida por los que ocupasen las posiciones dominantes. Por el contrario, al promover la excelencia, ofreciendo posibilidades a todas las personas que lo precisen, estamos favoreciendo todo el tejido social, que ha de beneficiarse de los logros de aquéllos que tienen mayor capacidad. Lo contrario es, me parece, una actitud de auténtico despilfarro social.
Otro de los mitos que usted denuncia es el del principio de la igualdad de oportunidades. ¿Por qué un niño de alta capacidad debe ser educado de modo diferente?
Efectivamente, en no pocas ocasiones se dice que la atención diferenciada a los alumnos más capaces atenta contra el principio de igualdad de oportunidades, produciendo diferencias entre los alumnos en función de su capacidad
La primera parte es falsa, la segunda no. Claro que se producirán diferencias entre los alumnos en función de su capacidad. Pero es que ¿acaso somos iguales? Es evidente que somos muy diferentes en nuestras competencias y posibilidades. Somos iguales como personas, y es esa igualdad radical la que exige un tratamiento diferente.
El principio de igualdad de oportunidades exige, precisamente, que a cada alumno se le dé la ayuda que precise en función de sus propias características. Lo que atenta contra este principio es el tratamiento educativo indiferenciado, haciendo sinónimos igualdad de oportunidades e igualdad de resultados. De este modo lo que se promueve es el igualitarismo y se consolida la mediocridad.
No es posible mantener con rigor esta postura y, al mismo tiempo, hablar de la atención a la diversidad, de la inclusión o de las necesidades educativas especiales que lleva consigo este principio. Es preciso tener en cuenta que la atención a la diversidad es una cuestión de principio, no de tipología. Es decir, que no se trata de atender a unos tipos de diferencias y no a otros. Se podría preguntar, ¿pero qué tipo de diferencias deben ser atendidas? ¿cualquier diferencia? La respuesta es sencilla, la pedagogía diferencial la ha señalado hace mucho tiempo: deben atenderse aquellas diferencias que sean educativamente relevantes, significativas, para el desarrollo personal de los educandos.
Centrándonos en la escuela, el principio que se podría invocar es el que en la literatura anglosajona se denomina optimal match, según el cual ha de procurarse que la enseñanza que los sujetos reciben se adecúe de modo óptimo a sus condiciones personales, al menos en dos sentidos: dificultad y velocidad. Lo primero se relaciona con la profundidad y el nivel de desarrollo, con la complejidad y el reto intelectual. Lo segundo, con el ritmo de aprendizaje de los alumnos, concepto que nunca será suficientemente enfatizado y que implica, entre otras cosas, que al alumno debe permitírsele que avance por el currículo a la velocidad que convenga a su ritmo de aprendizaje, evitando a toda costa las tareas repetitivas sobre ámbitos ya dominados suficientemente, que lo único que promueven, lejos del desarrollo intelectual, es el aburrimiento.
¿Cuál es la tarea de los profesores en este campo?
Formarse. Los profesores no tienen unos estudios adecuados para atender a las necesidades educativas específicas asociadas a la alta capacidad intelectual. Me referiré a algunas posibilidades más adelante.
En segundo lugar, deben desarrollar una actitud favorable de reconocimiento y acogida de estos niños. Y sobre todo no dejarse llevar por los mitos y estereotipos que puedan tener.
Es preciso que se entrenen en estrategias relacionadas con las adaptaciones curriculares, la flexibilidad curricular, los diversos tipos de agrupamiento, el uso eficiente de la tecnología digital, etc.
El sistema educativo, ¿está preparado para actuar con estos niños y niñas?
La fundamentación psicopedagógica del sistema educativo español permite albergar perfectamente a la atención a la diversidad y a las necesidades educativas especiales tanto permanentes como transitorias  y darles solución. Lo que ocurre es que nos hemos polarizado de modo casi exclusivo con la diversidad que se relaciona con el déficit y no con los superávits.
Simplemente contemplar las cifras de alumnos identificados, respecto de los que deberían estarlo produce escándalo y debe corregirse con la mayor urgencia. ¿Cómo puede Cataluña tener identificados, según los datos disponibles, 416 alumnos cuando debería tener entre 56 mil y 120 mil? Es evidente que algo habrá que hacer. La escuela no puede dar la espalda a este problema por más tiempo.
Tomado de Javier Tourón con permiso de su autor

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